Existen personas que tienen las reglas cerca, pero que en ocasiones se las saltan por diversos motivos. Ocurre que, en algún caso, se puede ver a quien tiene que cumplir las normas y predicar con el ejemplo es el primero que se las pasa por el arco del triunfo. Me vale aquí cualquier infracción que ocurra aunque sea fuera de servicio (policía, guardia civil, profesores de autoescuela…). Incluso los padres, aunque éstos nunca están fuera de servicio...ja!
En mi opinión y francamente, en mi experiencia, las reglas y las normas se cuestionan a más no poder.
Es en este país en donde se protesta, se juzga, se revierte, se contrarrazona la norma. Si saliese una ley que dice que en determinado tipo de vía está prohibido circular a menos de 100 km/h sin contar el carril de aceleración, y se multase por ello, protestaríamos...
Y por eso se intenta cumplir a rajatabla lo de “hecha la ley, hecha la trampa”.
Dicen; mentir es un arte y consume muchos recursos (memoria, un plan sin fisuras, dotes de actor) y siempre es más barato decir siempre la verdad, es mucho menos costoso cumplir siempre con las normas. Sabemos que una marca que consiste en líneas amarillas sobre el asfalto y el bordillo de la acera significa prohibido estacionar. ¿Por qué estacionar ahí? total… no viene nadie. O mejor, si sólo son dos minutos
Un recurso muy utilizado a la hora de saltarnos una norma o transgredir la ley (según la gravedad de los hechos) es el de “solo es un momento”, “es que tenía que comprar unos sellos”, o “total, si no había nadie y no estorbaba”.
No entra en mi cabeza cómo es posible que uno se autoconvenza de que realmente su caso permite aceptar una excepción a la regla.
Que “no moleste” es irrelevante, si existe una norma, se cumple.
No quiero decir que no cuestionemos las normas: hagámoslo, pero mediante el canal adecuado, no saltándonoslas. Seamos serios, adultos, y sobre todo listos.
Peor es cuando la excusa para infringir un límite o una norma es similar a “total, no viene nadie”, o “no hay nadie en la calle”. En esos casos desobedecer una norma, saltarse un límite, utilizar toda la carretera incluído el carril contrario… puede darnos un disgusto más definitivo que una simple multa o que te quiten 6 puntos del carnet. Podemos morir y matar. “Qué extremo sos”, dirá alguno...jajaja!!!
Para nada, basta con que la casualidad haga que cuando vos te saltes una norma, una sola vez después de años de pulcro seguimiento de las normas, venga otro coche de frente por esa carretera de curvas desierta.
Si no pasa nada, bueno, fue un riesgo. Si pasa, simplemente después ocurre “nada” para vos y seguramente alguien más.
En el caso de estacionar donde no se debe, para ir a comprar o a recoger los niños del colegio, estacionar en una curva… no llevan consigo riesgo de muerte, pero sí llevan consigo carga de civismo (mejor dicho, de falta de). El civismo es una piedra angular en lo que a Educación Vial se refiere.
La falta del mismo, conlleva molestia e incomodidad para los demás usuarios de las vías y los vados. Peor es que, cuando se recuerda que “ahí eso no se puede hacer” te respondan con un dedo o con un insulto. Contra eso no se puede hacer nada civilizado.
Para protestar contra las normas no es necesario infringirlas.
Para hacer cumplir las normas no se deben infringir en acto de servicio...
En fin, lo que quiero concluir es que en todo ese asunto hay muy mala leche.
Poco civismo por todas las partes implicadas...
Pongamos todos nuestro granito de arena como se dice generalmente...que nuestro espíritu de civismo crezca y se magnifique dentro nuestro cada vez que salgamos a rutear en dos ruedas... Respetemos las normas de tránsito y hagamoslas respetar...ja!
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