miércoles, 26 de septiembre de 2012

La carrocería de la moto: Nuestro cuerpo

La principal diferencia entre un motociclista y un automovilista es que el primero, o sea nosotros, no nos encontramos físicamente sujetos a la moto.

Eso quiere decir que al producirse un accidente, lo habitual es que la persona se separe de su montura. Esto tiene un lado positivo y uno negativo (aunque parece obvio que gana el negativo)…jajaja!!!

El lado positivo es que, al quedar desligado de la moto, en los golpes que recibamos en el cuerpo únicamente importa nuestra masa…

En cambio, en los vehículos de cuatro ruedas, además de la masa del conductor se debe sumar la del vehículo y la carga. Por lo tanto, nosotros, motociclistas liberamos menos energía al colisionar. Ahora bien, la parte mala es que, obviamente, toda la energía va a parar a su cuerpo.

El motociclista no dispone de una carrocería que pueda deformarse absorbiendo gran parte de la potencia disipada en las colisiones.


Simplificando un poco, podemos encontrar tres mecanismos diferentes por los que un motociclista puede sufrir daños. A saber: la caída inicial, el deslizamiento por el suelo y la colisión con otro objeto.

Recuerden que lo que provoca daños realmente son los cambios bruscos de velocidad. Es decir, las aceleraciones.

Según Newton, si un cuerpo cambia de velocidad es porque existe una fuerza neta, cuyo valor es igual al producto de la masa por la aceleración. Es decir, cuanto más brusco es un cambio de velocidad, mayor es la fuerza involucrada. Y está claro que las fuerzas son el enemigo a evitar en una colisión.

La primera parte del accidente transcurre entre el instante en que, desgraciadamente, el motociclista pierde el control de su moto (por lo que sea: mal pilotaje, un golpe de otro vehículo, dificultades técnicas o de la vía, etc.) y el momento en el que golpea contra el suelo por primera vez.

Normalmente, en esta primera colisión el motociclista no pierde toda la velocidad con la que venía en la moto, sino que se sigue deslizando por el asfalto. En principio, que esto ocurra es positivo. Al no perder toda su velocidad de un golpe, la (des)aceleración sufrida es mucho menor.

Claro, si el motociclista lleva mucha velocidad, después pueden ocurrir más cosas (deslizamiento por el asfalto hasta chocar contra algún objeto, un auto estacionado, por ejemplo). Pero el primer golpe en sí, viene a ser lo mismo.

Durante el viaje normal, el motociclista no va demasiado lejos del suelo. Quizá un metro, un poco más. Por lo tanto, la primera caída en si no es muy grave, no hay mucha altura. Depende de como sea la caída, claro. Si una de las extremidades cae en mala postura, o recibe el impacto del resto del cuerpo, puede que se rompa (brazos, piernas y clavículas rotos, rodillas destrozadas, etc.).

El mayor peligro en este caso es un golpe en la cabeza. Precisamente, la cabeza es el único lugar donde los motoristas disponen de algo similar a la carrocería de un coche para absorber los impactos: el casco.

Por eso, como dicen por ahí… Puedes imaginarte muchas excusas para no utilizar el casco, pero existe solo una para refutarlas: TU VIDA.

Siempre que subas a una moto utiliza casco…



Saludos a todos los que lean esto…

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comenta...