La educación vial sólo vive de iniciativas aisladas…
Me refiero a la educación vial infantil. Estas iniciativas
pueden ser talleres, campamentos o acciones como las que proponen algunas pocas
escuelas, e incluso la presencia de la Policía, agrupaciones de motos o la de
Defensa Civil en charlas y acciones. Pero que son, a simple vista,
insuficientes…
¿Saben una cosa? La educación vial es un proceso diario y
constante…
La educación vial debe ser algo constante, continuo,
privado, en el hogar y en el día a día nuestro, incluso desde muy pequeños.
Desde que aprendemos a caminar, casi me atrevería a decir. El ejemplo, tanto el
bueno para reforzar lo que vamos haciendo, como el malo, cuando nos lo señalan
y explican… La educación vial no debería ser nada especial, sino ser uno más de
los aprendizajes esenciales en la vida de todo niño.
Estoy verdaderamente convencido de que como sociedad tenemos
un problema generalizado, que es el de etiquetar las cosas y hacerlas
especiales. Cuando diferenciamos entre una serie de tareas y aprendizajes
“básicos” (la higiene, comportarse bien, los valores fundamentales, comer de
todo, acostarse temprano…) y los “exóticos” (la seguridad vial, por ejemplo),
automáticamente estamos prestando menos atención a lo segundo porque lo
consideramos secundario. Al diferenciar las cosas estamos relegando unas en
favor de otras más “urgentes” o básicas. Y creo que es un error, en cierta
medida…
Igual que tomamos de la mano a los chicos al caminar por la
calle, o al subir escaleras podemos repetir las rutinas de seguridad cuando
vamos a cruzar la calle por el paso de peatones: miramos a izquierda, derecha e
izquierda; esperamos a que el coche se pare del todo antes de cruzar; no se
corre por el cruce peatonal; y así cada vez…
En general nos adecuamos a las campañas puntuales, asistimos
a las charlas o a los talleres de seguridad vial, pero luego volvemos a
nuestras costumbres y todo lo aprendido se disuelve. Adoptamos la postura
cómoda (y hablo de la sociedad en general, no de todos y cada uno de nosotros)
y esperamos a que haya “algo” sobre educación vial, o reaccionamos cuando vemos
esa campaña algo sangrienta. El problema de la seguridad vial es que la vemos
como algo que nos tienen que recordar: no la tenemos interiorizada como una
rutina más del día a día.
Por eso repito la primera frase con la que comencé la
publicación: la educación vial sólo vive de iniciativas aisladas, y además
esperamos a que las instituciones pongan ficha, cuando nosotros mismos podemos
hacer mucho más por la educación vial que las propias instituciones. Hoy día,
al no hacerlo, así nos va…
Ojo, no estoy en contra de dichas acciones iniciativas
aisladas…, estoy a favor de esas iniciativas aisladas y meritorias, a favor por
completo, ya que estimulan a la sociedad y son un gran ejemplo a seguir. Todo
lo que sea que la educación vial aparezca en los medios es de elogiar.
Simplemente expongo mi parecer sobre lo que cada uno puede
aportar al conjunto en mayor medida incluso más que cualquier iniciativa de las
instituciones…
Pienso que educar a nuestros hijos desde muy pequeños en lo
que se refiere a vialidad puede cambiar de raíz las estadísticas actuales…
¿Ustedes qué opinan?
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Me despido, como siempre, dejando un abrazo y un deseo…
Buena vida, buena ruta.
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