Quizás la mayoría de nosotros alguna vez hemos sentido algún tipo de enfado o hemos largado una puteada por demás en la ruta… Ahora bien, ¿Si este tipo de actitud se vuelve “crónica” es normal?
Se conoce como ROAD RAGE el fenómeno por el cual cuando dejamos de ser peatones y nos montamos a los mandos de una moto cambiamos nuestro comportamiento, de manera que nos dejamos llevar por la ansiedad y el enojo hasta el punto de que como motociclistas tomamos decisiones erróneas, debido a que nos dejamos dominar por la “IRA de la RUTA”, que es lo que significa textualmente ROAD RAGE.
La conducción de una moto, pese a que se trata de una actividad compleja y sofisticada, en la que entran en juego nuestras aptitudes psicofísicas y nuestras habilidades más racionales, relacionadas con la toma de decisiones, al final se convierte en una actividad emocional que conviene tener bajo control… Ojo con eso.
Quizás entonces se pregunten: ¿Por qué la conducción en si misma deriva muchas veces en agresividad? Lo paso a explicar con ejemplos así lo entienden mejor…
Cuando caminamos por un lugar tranquilo, las cosas que nos rodean se nos acercan a una velocidad de aproximadamente 1,39 m/s (unos 5 km/h). Tenemos la PERCEPCIÓN de que dominamos los riesgos que nos acechan (un pozo en el suelo, un árbol en mitad del camino, una persona que se cruza en sentido contrario) porque viajamos a una velocidad natural para nosotros.
Si cambiamos el escenario y pensamos, por ejemplo, en caminar por una calle peatonal y comercial abarrotada de gente, quizá nuestra sensación ya no sea la misma. Gente que se cruza aquí y allá, personas que caminan y de repente interrumpen su paso, alguien que se acerca corriendo… La percepción del riesgo es diferente porque el escenario es más agresivo, y nuestra reacción acusa esa diferencia: nos ponemos algo nerviosos.
Si a un escenario agresivo le añadimos una mayor velocidad, el problema se agudiza. En vez de movernos a 5 km/h, ahora lo hacemos a 80 km/h, conduciendo una moto un lunes a primera hora por una calle o avenida en la que el resto de conductores se mueven de forma inesperada, con repentinos cambios de carril, frenadas y maniobras extrañas que utilizando la lógica no comprendemos. A 22,22 m/s (unos 80 km/h), la percepción del riesgo es mayor, y de forma instintiva reaccionamos así como reaccionaría cualquier animal que se siente agredido: con estrés para dar una respuesta más exigente de lo normal, y con agresividad para defender nuestra integridad y así sentirnos más seguros, más tranquilos…
Si cambiamos el escenario y pensamos, por ejemplo, en caminar por una calle peatonal y comercial abarrotada de gente, quizá nuestra sensación ya no sea la misma. Gente que se cruza aquí y allá, personas que caminan y de repente interrumpen su paso, alguien que se acerca corriendo… La percepción del riesgo es diferente porque el escenario es más agresivo, y nuestra reacción acusa esa diferencia: nos ponemos algo nerviosos.
Si a un escenario agresivo le añadimos una mayor velocidad, el problema se agudiza. En vez de movernos a 5 km/h, ahora lo hacemos a 80 km/h, conduciendo una moto un lunes a primera hora por una calle o avenida en la que el resto de conductores se mueven de forma inesperada, con repentinos cambios de carril, frenadas y maniobras extrañas que utilizando la lógica no comprendemos. A 22,22 m/s (unos 80 km/h), la percepción del riesgo es mayor, y de forma instintiva reaccionamos así como reaccionaría cualquier animal que se siente agredido: con estrés para dar una respuesta más exigente de lo normal, y con agresividad para defender nuestra integridad y así sentirnos más seguros, más tranquilos…
La PARADOJA está en que esa defensa de nuestra integridad, si se da por la vía del road rage, va a motivar que otros conductores se sientan agredidos y que a su vez puedan reaccionar de forma agresiva también, incrementando nuestra agresividad con más reacciones incomprensibles, temibles y tontas. Al final tenemos la ESPIRAL de la VIOLENCIA VIAL, contenida en un estrés colectivo que no se canaliza más que en reacciones violentas y decisiones extrañas que, vistas desde fuera, son difíciles de comprender… ¿Notaron eso?
Como ocurre con cualquier espiral negativa, es necesaria una RUPTURA para que exista un punto de inflexión y una mejora de la situación. En el caso de la agresividad al montar en moto, es necesario TOMAR CONCIENCIA de la importancia de CONTROLAR nuestras EMOCIONES en nuestra moto.
Sólo comprendiendo que lo que sucede fuera de nuestro casco es una CONSECUENCIA del estrés, que ese estrés se acentúa con la velocidad porque una mayor velocidad conlleva menos tiempo para gestionar las situaciones complejas, que la complejidad de esas situaciones se agudiza cuando nosotros nos dejamos llevar por las emociones, podemos avanzar en la senda de disminuir el road rage y aumentar la seguridad… Solo necesitamos pensar lógicamente y aprovechar el estrés a nuestro favor…
Debemos tratar de comprender que quienes actúan llevados por la ira de la ruta en realidad lo hacen muchas veces por NO SABER GESTIONAR sus EMOCIONES, por lo que si respondemos de forma airada únicamente contribuiremos a agravar el problema. Poner las cosas en su sitio, valorando los riesgos de un comportamiento irracional y ponderando la agilidad que deseamos para nuestro trayecto, con la seguridad de hacerlo de forma REFLEXIVA. Gestionando nuestras emociones de manera que no interfieran negativamente en nuestra seguridad ni en la de los demás. Que al final es de lo que se trata conducir verdaderamente una moto…
¿No les parece?
¿No les parece?
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Me despido dejando como siempre un abrazo y un deseo..
Buena vida, buena ruta.
Me despido dejando como siempre un abrazo y un deseo..
Buena vida, buena ruta.
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