La rutina, en su definición, nos dice que son las costumbres arraigadas o los hábitos que hemos aprendido por mera práctica y que nos permiten hacer las cosas sin razonar ni prestar una excesiva atención. La rutina está en nuestro día a día y desde que nacemos necesitamos unas pautas rutinarias para tener un orden y que esto nos dé una sensación de control y seguridad. La rutina nos permite hacer muchas cosas sin pensar, sin tener que utilizar excesiva atención ni excesivo razonamiento. Con esto conseguimos no cargarnos en exceso a nivel cognitivo y centrarnos en nuevos aprendizajes o nuevas rutinas.
Hay personas que no quieren aceptar rutinas en sus vidas y esto creo yo que les puede llegar a provocar un estrés mayor o un malestar. O está el otro grupo, que detestan la rutina y necesitan llevar su día a día como les va sobreviniendo.
La rutina, como muchas otras cosas, es negativa si se practica en exceso. Podemos entrar en un día a día demasiado programado y sin sentido en algunas ocasiones. Al mismo tiempo podemos empezar a depender tanto de la rutina que al mínimo cambio, lo podríamos interpretar como un gran estresor sin saber hacerle frente.
En conclusión, es difícil realmente huir de una rutina por mínima que sea en nuestro día a día porque todos tenemos cosas que debemos hacer todos los días por necesidad u obligación. Por lo tanto, lo sano a nivel psicológico sería mantener unas pautas rutinarias en nuestra vida, ya que esto nos ayudaría a centrar nuestra atención en nuevos estímulos e iniciar nuevos aprendizajes. Pero al mismo tiempo nuestra vida no debe ser totalmente programada ya casi todos los días existen imprevistos que tenemos que saber hacer frente y resolver.